Ni a la una dí de más ni a la otra de menos.
Siempre disfruté de las tipejas sinuosas
que vendían su cuerpo por una cenita.
Siempre busqué a la tímida voluptosa
que rugía sin causas en la cama.
Los pezones fueron fríos mármoles
que latigaban a mi pecho cósmico.
No por accidente me despeño en lo sórdido
y desfloro a las hembras llenas de tabúes.
Con las locas no puedo coexistir
pues se las pasan atascadas en falsas escalas de valores.
Que búsquen atiborrar a otro estúpido
que crea en sus historias capciosas.
Yo soy succionador envolvente
y las bellas hago arder como briznas de fuego.
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