jueves, 7 de febrero de 2013

Ensalzar

Nada hay más bello
que la naturaleza!
Grité una tarde
ya hacia el crepúsculo.
Y al virar la cabeza
te vi saliéndo incólume
desde los torbellinos
que el vapor espumaba
a esa hora sumisa.
Descendieron mis ojos
hasta mi corazón
y cerca de él temblaron
mis quinientos sentidos.
Sentí a mi alma caer
al fondo de los fondos
como una serpentina.
Tus sustanciales formas
escarbaron en mí
hoyos irrepetibles.
Tus esquirlas tomaron
mis huesos como a un puente.
Los signos de tu linaje
te tatuaban de luz y
los ojos de los hombres
casi te destrozaban
a sus anchas
y antojos
y esas miradas eran
sal para unas heridas
que surgieron de súbito
al arquearse mi alma.
Olvidé de repente
qué era Naturaleza.
Y te ensalcé como a ídolo
cómo a lo más bello
que se había creado.
Ví como te alejabas
entre cerrados vítores
de ebrios y de sobrios...
Desde aquel día eres
el Todo de mi Todo.

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