Creí haber dejado los vertederos del mundo.
Creí haber derrotado de la lujuria a mis huesos.
Creí haberme curado en naciones de trinos
y haber achicado casi a la nada mis reducciones.
Pero mi maldad se corrobora con el tiempo
y mi puñal se potencia para conflagraciones.
El mal habita en mí y me hace leyenda.
El mal se dilata en mi ser inconstante.
Mis cualidades yacen en lo terrible
y sólo puedo dar persecusión y mortandad.
Creí haber franqueado las fronteras de lo lúgubre
pero todo es cenizas a expensas de mi podre.
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