Bajo las constelaciones afiladas
mi carne se desgarra entre peñascos.
Los navajazos vienen en la bruma
con el falso pundonor de la inseguridad.
A veces se posan arpías en mis hombros
y las sombras me hieren con sus garras.
El cielo es un emisor de ira
y yo su humano receptáculo.
La dialéctica no sale a mi defensa
mientras las constelaciones se agitan y me repelen.
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