Te evades en un parpadeo
llevandote tu cuerpo de sigilos.
Eres como una duda que aparece
o una hermosa interrogación que desnaces.
Tu llegada me llena de vértigos
y tu marcha me copa de heridas.
Ejerzo la defensoría de mi corazón
luego de tus desapariciones superpuestas.
Pero al final, siempre vienes a mis manos
y tu boca se reparte en la mía.
Bajo el perecer de luces tórridas
nos consolidamos como dos espejismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario