A veces lloro bajo el alba dañada.
Voy por un cruce de caminos.
Voy a los siglos de los siglos.
Voy dejando mi casa y mi paraje:
Me encamino a mi empequeñecimiento
en el más allá.
Ya no disfrutaré de gavillas de cuerpos.
Ni de besos locos que siembran el olvido.
Me destejeré en lo indeleble
y vagaré como un destello que desnace.
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