Nunca me gustó guardar rencores:
Pero a ti te odiaré como a nadie.
Viniste como jinete amable a jugar con mi vida.
Viniste a rodearme de todos tus espúreos.
Tu desgañitar fue escupitajo en mi cara
y no sentí en el alma tus finos espoleos.
Giraste en mi cuerpo y dejaste un rastro de líquidos
en el que cayó fulminada y vejada la cópula.
Pusiste en mi alma el germen sucio de tu pecado
y el dolor seminal que descolla en las bestias paganas.
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