Estoy ensayando mis desapariciones
a una selva de verdes tranquilos.
Mi respiración sensibiliza al ocaso
que se entretiene en vaciar sus acuarelas.
Me iré como un siglo imperceptible,
en el máximo ensayo de un sigilo.
Dejaré máximas ostentosas
y las diminutas volutas de mi fuego.
Nadie me echará de menos en este poniente:
Ni las hembras sinuosas, ni los ebrios de sake.
Seré mucho menos que un destello
que se arrastra en un espejo vacío.
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