El proletariado sacude sus machetes
mientras la voz del pérfido los azuza.
El pérfido mueve su cuchillo caliente
y su lengua es sórdida cimitarra.
Llena de oficial ilusión al iluso
y con sus sonidos acres los atrapa.
Los engatusa y controla y baila de contento
y los viste de un color que no acabará con sus hambres
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