No puedo hablar mal de todas mis amantes
aunque muchas de ellas me decepcionaron.
Más que amor, lo que hubo fue deseo
y a veces asesinar las angustias de las soledades.
Con todas fuí del todo desprendido
y las traté como a verdaderas damas.
Pero todas me marcaban y se marchaban
dejándome como si fuera interjección.
Jamás caí en el mar de sus argucias
pues ellas fueron los campos de mi maduración.
Ahora sólo me resta retomar mi colilla
y beber mi ron con algo de retraso.
Piel con piel a veces hizo mella
pero me he sanado con mi transfiguración.
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