Voy tras tus huellas
como las gaviotas tras la playa.
Te encuentro recreada y dormida
sobre una duna de silencios.
El sol prolifera en tus muslos
y pone sus tentáculos en tu frente.
Pero yo interpongo mis hombreras
para que tengas un alivio de sombras.
Es proverbial tu vehemente sigilo
y me sonríes en tu sueño benévolo.
Aquí estaré hasta el poniente
o hasta que me necesites y despiertes.
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