en el momento de alegría o de cansancio:
Dar el sudor, la lágrima, la risa
a cada minuto, sin pausa o agonía.
Saciar el hambre, la cólera o la sed
sin considerarnos ni santos ni paganos.
Mantenerse de pie en los instantes
en que la tristeza decida abatirnos.
Abrir los brazos como alas inmensas
y resguardar al hijo que carga con resfríos.
Jamás engrandecerse como portentos
pues todos somos carne y la carne, acaba
y mientras la dentadura se mantenga en su sitio
probar la uva hasta sentir dentera
introducirse en los reductos del silencio
en la búsqueda de la paz mental perdida.
Fijarse una meta y perseguirlahasta que brote, pura y magna, en el destino.
Beber el agua vestida de llovizna
admirar el baile incierto de las flamas
intentar peregrinar hacia lo cierto
si nos persigue oscura incertidumbre.
No desafiar al rayo ni al relámpago
ni herir a la castiza y destruirla
porque todo tiene en sí retribución
y el mal que se hace aquí se paga.
Separarse del lado del hechizo
para que no retorne, como búmeran
y disfrutar de las bondades del durazno
en un refugio de extremas calideces
besando la melena de la amada
que se define muy viva en sus raíces.
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