Como un fantasma que busca su vacío
para desplegarse en él, como boca de noche
pasa el hombre de brumas con su neblina anticipada
( Allá lejos quedó hace tiempo, el resplandor )
como un jinete sobre un adoquín negro se desmarca y prosigue
hacía un lugar sin pretenciones que le acogerá.
Hay en su corazón la horadación de una silente llama fría
hay en su estómago el baile de los molinos sediciosos
Él es un otoño que se vacía sobre hojas desparramadas y tuertas
que se adhieren a su condición de suspiro quebrantado.
Infatigable y lento, como un océano que repite sus mismos escenarios
va hacía los lugares de la nada donde se perderá en sus ojos.
No lo reconoces los espacios dentro de su visión viciada
mientras desgaja su carne en pétalos, ruinas y arracimado olvido.
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