la vida, que se muestra en el solsticio.
Tomar las rosas cercanas, darle forma
y al jardín y la mesa, extenderlos.
Convocar a los frutos a que se abran
siendo en sí mil alimentos puros.
Tomar la hogaza con plena complacencia
e invitar al prójimo a que coma.
Beber el agua pura que desprende el vino
que se corona en embriguez envidiable.
Reír, reír, reír, a plena carcajada
sin temerle a morir en la sonrisa.
Extender las manos a todos por igual:
a los que están lejanos y cercanos.
Cantar los cantos de nuestra tierra amada
sin que la amada se enoje y se entristezca.
Ir por la vida recojiendo aromasdesprendiendo bailes y consentimientos.
Morder la boca que depara la vida
para que seamos dos, una molécula:
Quemar al carbón y abrasar la viruta
para que las fricciones entren en los huesos.
Perder el tiempo por sólo perderlo
con los que se hospedan en los hospitales.
Dar aliento al cansado, dar al breve
el impulso que nos sobre o nos falte
y bajo una luna anaranjada
disfrutar carnestolenda y cornucopia
mientras al tiempo le quede otro minuto
para vivir y respirar el aire.
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