En tus esquinas hay tibios rompeolas
en los que rompe el viento a nevegarte, a veces
y cerca de los farallones donde duermen tus poros
y baja cristalina, la melaza a tus muslos
corre el deseo y no lo hace a medias tintas:
En aquella bahía donde enerva el café
brota un agua íntima dilapidada y blanca:
se dispersa en mi boca que ausculta esos manglares:
moja mis dedos que te buscan silentes:
Es la palabra tuya el " Ay " de amor callado
y la entrega armoniosa a mí y a mis radículas.
Todo te pertenece y nace y muere en ti:
anillo que se entrega a mis latires trémulos.
Tu piel de vellocino y de hogaza entregada
mantiene aquel color que le robó a la almendra
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