lo repito en horarios macilentos
en el mismo momento gangrenado
donde las cosas me miran y me escupen.
Estoy parado en el estaño joven
de un recuerdo de origen impensado.
Sostenido sobre pausas de tiempo
con el sabor y el olor de mi carne
cruzo el mismo puente que va de aquí a allá:
El mismo vaivén afónico en el momento lúdico.
Las cadencias no pierden vigencia, no se mueven,
el mundo se detiene entre dos pórticos;
en uno está la homilía de las horas
en el otro las pautas de los tiempos.
Todo es circular entre el cielo y la tierra:
Se borra, se repite, se crea y se borra.
Aún la llama de la chimenea refloreceal lugar sigiloso al que fue antes de ser.
Mi alma se escapa entre halos y llanuras
para volver a ser momento y retorno cíclico.
Me equivoco una, dos, tres, cuatro veces
inicio y avanzo y retrocedo y reculo.
sobre mí los mismos vacíos circulares
que se mantienen sin variar su espectro ansioso.
Al repetir mis errores me condeno a repetirme
y soy el mismo puño que circular se hace.
Me miro y me despeño sobre la página agria
y vuelvo a estar, página arriba, luego.
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