Constipada: ven de mi mano,
amemos este mundo
que se disipa, apenas avanzamos
entre sus masas y ápices de plumas.
Oigamos la invitación a beber de la luna:
caliz indescifrable y cristalino,
que mira con sacramentos de homilía:
un andar de los dos esperanzado
sobre la hora que masculla en su punto:
pasar de manos juntas en las enredaderas del verano
entre piedras lacradas susurros de impaciencia.
Inventaremos las torres de marfil y oro
que la princesa vió en sus sueños invisibles
y bajo el arco fruncido de los soles
reinaremos en el musgo indiscreto de la araña.
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